sábado, 4 de febrero de 2012

Fiestas

 
No deja de ser compleja  la tesitura en la que se encuentran los ayuntamientos de nuestro país.
 En la situación actual, cabria estudiar muy detenidamente lo necesario y lo prescindible.
Es  una quimera pensar que la economía se saneará este año en curso.
 Las cifras del paro están siendo escandalosamente preocupantes, da la sensación de que el motor del consumo se ha detenido. La realidad y los dramas familiares de las personas que no tienen ninguna posibilidad de incorporarse en breve al mercado laboral, son sangrantes y preocupantes.
 La opinión pública puede cuestionar las decisiones de sus gobernantes si las circunstancias no mejoran.
Vemos como andan los preparativos de Carnaval en  la Comunidad Canaria, la Comunidad Valenciana ya calienta el ambiente con los preparativos de las Fallas y las fiestas más o menos glamorosas o austeras en nuestras ciudades, según el criterio de quien lleva el bastón de mando.
Entiendo que las fiestas son necesarias, más aún en estas difíciles vicisitudes que nos ha tocado vivir.
 Que el futuro empresarial, la hostelería, la economía en general, de todos nuestros pueblos, necesitan que se reactive el consumo pero, hay que hilar muy fino, para que los que  han perdido hasta su dignidad amén de su empleo, los que han tenido que dejar los estudios por que la situación en casa es de insolvencia, entiendan la necesidad o no de dispendios en fiestas en las circunstancias actuales.
 Un futuro incierto en cuanto al mercado laboral puede variar la visión de la ciudadanía en cuanto a la necesidad o no de algunos gastos  prescindibles.
 Es posible que con la limitación de presupuestos de  algunas celebraciones se pueda generar más desencanto, pero algunos recursos serian muy necesarios y prioritarios en algunas áreas de carácter social, en iniciativas para la creación de empleo, en el mantenimiento del ya existente y en la formación de nuestros desempleados.