La patronal, por su parte, hace lo imposible por presentar lo más difícil todavía: contratos para los jóvenes que vulneran todos los derechos del trabajador y que minan la oportunidad de independencia.
Esta medida denota una falta de realismo y de responsabilidad, ya que olvida algo básico: los jóvenes necesitan la independencia económica para emanciparse; de lo contrario, el consumo, motor de nuestra economía, acabaría sufriendo las consecuencias.
Afortunadamente, no todos los empresarios comparten las nefastas ideas de este presidente de la patronal. En lugar de proclamar estas iniciativas, bien haría en solucionar sus problemas domésticos que mantienen a tantos empleados propios en la precariedad. Si pretende predicar con el ejemplo, el suyo desde luego es funesto.
Pongamos en valor a los emprendedores que arriesgan su patrimonio y que, a pesar de las dificultades, son capaces de innovar y diversificar sus actividades generando puestos de trabajo necesarios para reactivar nuestra economía, devolver la confianza y reforzar el tejido empresarial de nuestros pueblos.
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